«Me toca. Vale, escucha».
Unos científicos crearon un superordenador. Era tan potente que se creía que podría responder a cualquier pregunta, de modo que le plantearon su duda:
«¿Dios existe?».
El ordenador empezó a pensar. Tras algunos zumbidos y parpadeos de luces, dijo:
«No dispongo de suficiente información. Conectadme a los ordenadores más potentes del mundo».
Los científicos se rascaron la cabeza y decidieron seguirle la corriente. Volvieron a preguntarle:
«¿Dios existe?».
Más zumbidos y luces parpadeantes y el ordenador responde:
«No dispongo de suficiente información. Conectadme a todos los ordenadores de la Tierra».
Esto fue un poco más difícil de hacer, pero los científicos lograron conectarlo a todos los ordenadores. Una vez más, le hicieron su pregunta. Y de nuevo el ordenador les dijo:
«No dispongo de suficiente información. Conectadme a todas las redes, a todos los dispositivos informáticos, etc.».
Los científicos hicieron todo lo posible para conceder sus deseos. Finalmente, le preguntaron una vez más:
«¿Dios existe?».
Y, por fin, obtuvieron la respuesta:
«Ahora sí».